Autora: Lilia T. Negrón R., PsiquiatraDirectora del Centro de Diagnóstico y Tratamiento para Autismo
SOVENIA
Caracas-Venezuela
Colaboradoras: Elizabeth Fegara, Lic. Educación
Marina Torrealba, Lic. Educación
Wendy Estrella,
Lic. En Psicología
El Autismo Infantil, entidad clínica descrita por Leo
Kanner, Psiquiatra, en el año 1943 como una Psicosis Infantil Precoz inicia su historia
dentro del campo de la Psiquiatría, y como tal no puede ser objeto de estudio
por parte de los pediatras, más aún cuando se consideraba como un trastorno de
origen emocional y básicamente consecuencia de unos padres rechazantes y poco
afectuosos.
Esta primera teoría sobre el origen emocional del
trastorno ha traído consecuencias negativas y atraso en lo referente a otras
investigaciones que se hubieran podido hacer. Se necesitaron muchos años de
repetidos fracasos de los esfuerzos terapeúticos de psiquiatras y psicólogos, y
de lucha de los padres que no aceptaban ser culpabilizados como agentes
causales de la enfermedad de sus hijos para que a partir del año 1964, cuando
Bernard Rimland expone su tesis sobre el origen orgánico del trastorno, se inician
una serie de investigaciones que cambiaron totalmente el rumbo de la historia
del autismo.
Fue necesario acabar con los mitos mantenidos hasta esa
fecha como el que los padres eran los que ocasionaban el autismo en sus hijos
por ser personalidades frías, rechazantes, que no daban afecto; que los niños
autistas al crecer se convertirían en adultos esquizofrénicos; que los padres
eran sujetos psicóticos; que los niños no se curaban porque los padres no se
sometían a tratamiento psiquiátrico; que los profesionales de la Medicina
siempre son los que tienen la verdad y la visión objetiva del problema; que los
padres no deben tener conocimiento de las limitaciones del médico para
establecer un diagnóstico y pronóstico en el autismo; que el prestigio del profesional
se mide por el número de casos curados; que el diagnóstico es solo para
profesionales y que los familiares del paciente no necesitan mayor información
sobre el cuadro clínico de éste.
Para el año 1976, Mary Coleman, Neuropediatra realiza
una de las investigaciones conocidas más completas sobre los aspectos
biológicos del autismo, logrando reunir a 78 niños autistas, los cuales fueron
estudiados y comparados con 78 niños normales, controlando una serie de
Variables. De acuerdo con los hallazgos de esta investigación, Coleman reporta
diferentes tipos de Síndromes Autistas en los que ya se pueden determinar
diversas etiologías y trastornos asociados, factores de riesgo pre y paranatal
(mayor incidencia de exposición de los padres a sustancias químicas, así como
hipotiroidismo), factores de riesgo en las primeras etapas de la vida de los
sujetos (infecciones por Toxoplasma Gondi y Virus del Herpes), anomalías
físicas (implantación más baja de pabellones auriculares, sindactilia,
hiperterolismo, paladar elevado) que permiten pensar en la presencia de
factores genéticos. Igualmente se han encontrado factores de riesgo durante el
embarazo (sangramiento en segundo trimestre, rubeola, pre-eclampsia). Como
podemos observar los últimos 20 años de investigaciones nos confirman el origen
orgánico del trastorno, pensándose en una etiología multicausal y en la
posibilidad de la existencia de diferentes tipos y grados de autismo.
La Pediatría
surge como una especialidad de la Medicina en los últimos años del siglo XIX y
su objetivo es permitirle llegar al niño a la edad adulta en perfecto estado de
salud física, mental y social. El Pediatra es quizás entre los médicos el que
tiene una mayor responsabilidad sobre la salud de los pueblos y tiene que ser
un gran clínico para diagnosticar y tratar a un paciente que muchas veces por
su corta edad no está en capacidad de explicar sus malestares. Por esto, tiene
que apoyarse en las observaciones de las personas que cuidan del niño, y estas
personas, por lo general son las madres, y las madres están muy involucradas
emocionalmente.
Cuando una madre
observa a su hijo enfermo puede angustiarse y esa angustia puede hacer que
deforme la información que debe darle al médico, exagerando u omitiendo algunos
síntomas. Esta madre necesita una persona que la oiga con paciencia, que
oriente la entrevista y le baje el nivel de angustia. Esa persona, es por
supuesto, el Pediatra, quien en muchas oportunidades es el Pediatra de la
familia, el que atendió a la madre o al padre cuando fueron niños, el médico de
confianza al que pueden llamar cualquier día y a cualquier hora, y del que
recibirán todo tipo de enseñanzas para conjuntamente llevar ese hijo hasta la
edad adulta completamente sano y maduro para beneficio de la sociedad donde vive.
Muchos relatos de la vida de niños autistas escritos por los propios padres nos
hablan del constante deambular de esos padres de un especialista a otro y de un
centro a otro buscando ayuda para el hijo en el que vienen observando
trastornos en el desarrollo, trastornos que por su variedad y polimorfismo
logran confundir a los especialistas más experimentados.
La Psiquiatría Infantil nació en el año 1937, y apenas
un año después de su nacimiento, el Psiquiatra Leo Kanner tiene la oportunidad
de examinar a un niño de dos años y medio que lo desconcertó por su capacidad
para memorizar los nombres de todos los Presidentes y Vice-Presidentes de los
Estados Unidos, pero que era incapaz de mantener una conversación y de
relacionarse con otras personas. Cinco años más tarde (1943) es cuando Kanner
describe el Autismo Infantil. Hoy día el Psiquiatra es el último especialista
al que la madre consulta cuando ya ha pasado por el Pediatra, Neurólogo y
Psicólogo; en cambio, desde siempre el Pediatra ha sido el primer especialista
al que la madre acude ante cualquier problema de su hijo. Esto dicho, por la
autora en el año 1987 en el I Taller sobre Síndromes Autistas, efectuado en
Caracas en Noviembre de ese mismo año; hoy en el año 2001 está llegando a ser
una realidad, gracias a las investigaciones mantenidas por el visionario Dr.
Bernard Rimland quien desde los años
sesenta, lucha en la búsqueda de un tratamiento curativo para este trastorno
severo y que en los últimos años ha venido incrementando su incidencia. El Dr. Rimland ha logrado reunir a los
mejores investigadores en el área del Autismo y desde el año 1995 viene
convocando a estos investigadores en las Conferencias D.A.N. (Defeat Autism
Now).
Es importante
actualizar lo que planteábamos en el año 1987 sobre el papel del Pediatra en el
diagnóstico de los Síndromes Autistas y para esto haremos un resumen de las
investigaciones realizadas en los últimos años.
Desde los años
sesenta el Dr. Bernard Rimland del Instituto de investigación de la Conducta
Infantil (ICBR), hoy Instituto de Investigación de autismo (ARI), inició los
estudios sobre los efectos de las terapias
con altas dosis de vitaminas en los niños autistas. El interés en este estudio se originó de la
información reportada por los padres, ya que generalmente observaban cierta
mejoría en sus hijos cuando eran tratados con vitaminas.
El Dr. Rimland
determinó que la mayoría de las vitaminas administradas correspondían al grupo
del Complejo B. Posteriormente realizó
una investigación con 191 niños autistas a los que se les administraron dosis
elevadas de vitaminas B, C y Magnesio y concluyó que el 45% de los casos
mostraron un incremento de conductas adaptativas y un 21.5% evidenció un
discreto incremento de dichos comportamientos.
En Venezuela, para
el año 1978 pudimos observar a un joven con autismo de 18 años de edad que
nunca había hablado y empezó a hacerlo al indicarle altas dosis de vitaminas
del Complejo B, C y Magnesio. Luego en
1986, una pequeña de 09 años, al empezar a recibir las megadosis de vitaminas
presentó una evolución y cambios conductuales asombrosos, desapareciendo la
mayoría de sus características autísticas.
En el caso del joven de 18 años, y revisando su historia clínica, hoy
nos damos cuenta que de pequeño sufrió de infecciones respiratorias altas y a
la edad de 07 años fue intervenido de adenoides. En el caso de la niña de 09 años, encontramos
que desde bebe tomaba excesiva cantidad de leche artificial, sufría diarreas
frecuentes presentando también alteración de la flora bacteriana intestinal y
alimentos sin digerir en las heces.
Por esta misma época, el Dr. Rimland empezó a hablar de
los efectos de ciertos alimentos sobre la conducta infantil, encontrando
alteraciones con: los azúcares (los padres reportaban que sus hijos y ellos
mismos tenían “hipoglicemias”), el trigo y la leche. Reportes de los padres hablaban del
incremento de las conductas disruptivas cuando sus hijos consumían estos
alimentos y disminución de tales comportamientos cuando los mismos eran
excluidos de sus dietas.
En 1979,
Panksepp, lanza la hipótesis del exceso de opioides como causa del Autismo,
sugiriendo que el Autismo puede resultar de la actividad excesiva de los
opioides en el cerebro durante el período neonatal, lo cual podría inhibir la
motivación social llevando al aislamiento del autista. Reichelt (1981) propone que estas sustancias
opioides pueden derivarse del metabolismo incompleto de ciertos alimentos, y en
especial del gluten, del trigo y otros cereales y de la caseína de la leche y
derivados lácteos. Shattock (1991),
también sugiere que los péptidos resultantes de la incompleta división de estas
proteínas puede tener una acción opioide o pueden actuar con las enzimas
peptidasas que tendrían que dividir los opioides endógenos, teniendo entonces
el efecto de aumentar la acción de estos.
Como consecuencia de una excesiva actividad opioide, se afectaría
diversas conductas y las funciones ejecutivas de alto nivel. Todas estas alteraciones darían los síntomas
que constituyen el Autismo.
Fuente: http://www.sovenia.net/autismo7.html
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