Muchos de los trastornos
del sueño son
secundarios a otros trastornos, pero pueden acabar agravando el problema
principal.
Aunque estos trastornos son, generalmente, "benignos" no deben ser subestimados, pues pueden ser inicio de trastornos de mayor amplitud.Hay variaciones importantes en cuanto al nº de horas de sueño que un bebé necesita: suele ser alrededor de 17 horas, y al final del año de unas 15 horas.
Durante los 3 primeros meses, las interrupciones nocturnas suelen ser frecuentes hasta que poco a poco vayan estabilizándose sus ritmos de sueño.
- Se evitará sobreestimular al bebé durante la vigilia, sobre todo, en momentos cercanos a la hora de dormir.
- Se cuidarán las condiciones externas: luz, ruidos, calor,...
- Y la madre, con sus cuidados "arropará" afectivamente al niño para que éste pueda abandonarse al sueño sin miedos.
El trastorno, propiamente hablando, más común es aquel en el que el bebé duerme períodos de corta duración, seguido de despertares frecuentes, con lloros. Ello altera la vida familiar de forma importante.
Para poder incidir sobre este trastorno, habrá que revisar qué hace el bebé durante el día pues, generalmente, en la mayoría de estos casos se dan condiciones poco favorables para que se establezca un adecuado período de descanso.
PROBLEMAS AL ACOSTARSE
El niño, en cuestión, muestra resistencia a acostarse por
diferentes motivos(miedo a la oscuridad, miedo a no despertarse, por sentir
inseguridad cuando está solo, por preferir la compañía y la atención de los
padres,...), siempre recurriendo a excusas y/o a conductas
manipuladoras. Mientras el niño va consiguiendo alargar el momento, va consiguiendo dosis suplementarias
de atención y retrasando la angustia que le produce la separación.
Es conveniente e idóneo atajar
este problema antes de que se produzca, y la forma de hacerlo es no
transigir en el
momento de ir a
la cama.
Si esto ya se ha convertido en un problema habrá que establecer todo un plan:
- decidir y señalar en qué momento preciso el niño debe
acostarse.
- establecer, en los momentos previos al acostarse, rituales que
den seguridad al niño (es decir, hacer cosas que vayamos repitiendo cada día y
que le vayan mentalizando de que se acerca la hora de dormir: leer un cuento,
coger su muñeco preferido,...) pero sabiendo cómo poner punto y final y no
dejar que también se alarguen incansablemente.
- procurar evitar actividades o juegos demasiado excitantes y
activos en los momentos previos de acostarse.
- y, en ocasiones, sería conveniente ofrecer alguna pequeña
recompensa al niño por haber cooperado en el momento de acostarse.
El bebé que se despierta a medianoche porque está mojado, tiene hambre o le duele algo no se le puede, en absoluto, ignorar y habrá que proceder como convenga.
Si el niño es ya mayor deberá observarse el motivo que siempre envuelve a esas interrupciones del sueño (a quién llama, qué pide, respuestas que obtiene,...), y con esta información establecer un plan que podrán establecer los propios padres o con ayuda del especialista infantil.
El niño no los recuerda, y poco se puede hacer para ayudarle durante ese terror; se esperará a que acabe, abrazándolo y calmándolo hasta que vuelva a la realidad.
En principio, no son algo significativo. Sí sería conveniente acudir al especialista, si se dieran con mucha frecuencia y/o se convirtieran en algo muy molesto.
Se trata de reacciones
de miedo ante los sueños desagradables; estas reacciones pueden llegar a
ser aterradoras. Normalmente, responden a sentimientos de inseguridad,
preocupaciones, miedos,...
Lo mejor es despertarle y tranquilizarle. El niño recordará su
sueño.
Durante el día, puede hablarse sobre ese sueño, con el fin de ir
calmando esos miedos.
Aparecen con mayor frecuencia en niños inseguros y ansiosos, que
se preocupan mucho por las cosas.
El niño, sin despertarse, se levanta de la cama y deambula por
la casa.
Se trata de una alteración del sueño, donde los mecanismos encargados de la relajación y la inmovilidad que, normalmente, se produce durante el sueño, son inmaduros y no actúan.
Se trata de una alteración del sueño, donde los mecanismos encargados de la relajación y la inmovilidad que, normalmente, se produce durante el sueño, son inmaduros y no actúan.
Suele mejorar espontáneamente, aunque cabe la posibilidad de tratamiento
médico.
Habrá que descartar si se está tomando alguna mediación que pueda estar provocándolo.
A partir de esta eliminación, será conveniente valorar de forma más profunda las circunstancias individuales que rodean al niño en cuestión, y establecer un tratamiento.
Habrá que descartar en primer lugar, si alguna medicación pudiera estar provocando este trastorno,y consultar por ello al especialista.
Fuente: http://www.psicologoinfantil.com/trassleep.htm
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