martes, 10 de diciembre de 2013

Vacunar a los niños no causa autismo

Vacunar a los niños no causa autismo

Un reciente estudio vuelve a insistir que no existe vínculo entre las inmunizaciones y el trastorno.

Desde que en 1998 se conoció un informe de la revista británica The Lancet, donde el gastroenterólogo Andrew Wakefield sugirió una relación entre la vacuna triple viral (sarampión, rubéola y paperas) y el autismo –estudio que 10 años después fue declarado fraudulento– la ciencia no ha parado de investigar para tratar de frenar con argumentos el voz a voz virtual de los movimientos antivacunas que profesan, como si se tratara de una religión, un rechazo contundente a las inmunizaciones.
En ese entonces se dijo que la aparente relación entre la triple viral y el autismo era culpa del mercurio contenido en las vacunas que tenían el compuesto Timerosal, un preservante que evita el crecimiento de microorganismos (como bacterias y hongos) en las dosis. Y ante el temor de la población, este fue retirado de las vacunas en 1999 y los laboratorios comenzaron a usar otro tipo de conservantes.
Pero, una reciente publicación en la revista Journal of Pediatrics, de Estados Unidos, afirma que no existe vínculo alguno entre vacunar a los niños en sus primeros dos años de vida y el autismo, trastorno del desarrollo que afecta el comportamiento, la comunicación y las relaciones sociales.
Investigadores estadounidenses de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) estudiaron la exposición de los niños a los antígenos, esas sustancias en las vacunas que hacen que el organismo produzca anticuerpos para combatir infecciones y enfermedades. Primero, analizaron los datos de 256 niños con algún trastorno autista a través de tres diferentes organizaciones de atención médica en Estados Unidos. Después, compararon la exposición acumulativa a los antígenos en esos niños con la de 752 infantes sin autismo.
“No encontramos ninguna evidencia que indique una asociación entre la exposición a los anticuerpos que estimulan las proteínas y los polisacáridos contenidos en las vacunas durante los primeros dos años de vida y el riesgo de contraer un trastorno del espectro autista, un trastorno de autismo o un trastorno del espectro autista con regresión”, dice el estudio. También descartaron el vínculo entre el autismo y la exposición acumulativa a los antígenos, ya sea desde el nacimiento hasta los dos años o en el curso de un solo día después de recibir múltiples vacunas en un consultorio médico.

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