jueves, 21 de noviembre de 2013

Niños autistas: doblemente diferente

Niños autistas: doblemente diferentes

Si el pequeño Luis Abdel, de cuatro años de edad,  pudiera explicar cómo es él, seguro diría palabras parecidas a las  del cuento Soy diferente, pero igual que tú:
“Me cuesta comunicarme, mirarte directamente a la cara, identificar los gestos y tu estado de ánimo; la mayoría de las veces no sé si estás contento, triste, enfadado, asustado y también para mí es difícil expresar cómo me siento.
“Me gusta mover objetos.... No suelo mentir y no entiendo las palabras con doble sentido ni tampoco los chistes. Me cuesta  imaginar.” Abdel, es un niño autista.


¿Qué es el autismo infantil?
El término autismo apareció en la primera década del siglo XX, introducido por el destacado psiquiatra Eugene Bleuler. Aunque desde el año 1799, en un relato escrito por el médico francés Itard, aparece la descripción de un niño “indiferente a todo y atento a nada”.
Etimológicamente el término proviene del griego “autos”, y significa “encerrado en uno mismo”.  A lo largo del tiempo se han empleado diversas denominaciones como “niños sin comunicación”, “perturbación emocional grave”, y “niños atípicos”, entre otras.
No obstante, los especialistas coinciden en que es un trastorno generalizado del desarrollo, síndrome de disfunción neuropsiquiátrica,  que afecta fundamentalmente tres áreas: comunicación, socialización y conducta.
El autismo no muestra marcadores psicobiológicos que a simple vista permitan el diagnóstico.
¿Cómo diagnosticar?
La doctora Diana de la Torre Echevarría, especialista de primer grado en  psiquiatría infanto-juvenil, explicó:
“El diagnóstico del autismo infantil es fundamentalmente clínico. Cuando un niño llega a la escuela ya recibió el dictamen médico. La atención y seguimiento, se realiza de conjunto entre Salud y Educación, para tratar de alcanzar el mayor avance del niño en el transcurso de su vida, en cuanto a socialización, independencia, comportamiento, y demás áreas del desarrollo humano.
“La parte médica garantiza la atención, y se apoya en la psicopedagogía, para indicar cómo manejar, cómo educar, cómo actuar en cada momento y cómo potenciar el desarrollo del niño autista”.
En este proceso el vínculo con la familia es esencial. La observación de los padres, la familia, ofrece una caracterización detallada al psiquiatra, para evaluar el trastorno, que comienza antes de los 30 meses de vida.
Está demostrado que la aparición es más frecuente en los varones que en las niñas, y cuando aparece en personas del sexo femenino los signos son más marcados.
La doctora Elsa Gutiérrez Baró, fundadora de la Clínica del Adolescente, en La Habana,  al referirse a la sintomatología describe:
“Los niños autistas son doblemente singulares, diferentes de los comunes y diferentes entre sí.
“El lenguaje está afectado siempre. Los que tienen lenguaje mantienen un tono monótono, no atienden al interlocutor y con frecuencia repiten lo que oyen (ecolalia), el discurso es repetitivo e irrelevante. Con frecuencia hay síntomas impulsivo-compulsivos.”
Además, su conducta es extraña, presentan aleteos de las manos, autoagresiones, impulsividad, los juegos son repetitivos y actúan por rutinas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario