martes, 26 de marzo de 2013

Tener autismo no es una tragedia


-Tener autismo no es una tragedia-



NO LLOREN POR NOSOTROS

Jim Sinclair

el autismo no es una tragediaMuchas veces los padres de niños con autismo dicen que una de las experiencias más traumáticas de sus vidas fue enterarse de que su hijo tenía autismo. Las personas que no comprenden el autismo lo ven como una gran tragedia; los padres lo viven como una continua desilusión y un duelo en cada etapa de la vida del niño y de la familia.
No obstante, este duelo no se origina en el autismo del niño. Es un duelo por la pérdida de un hijo que los padres esperaban y deseaban tener. Las actitudes y las expectativas de los padres, así como las discrepancias entre lo que los padres esperan de los niños y lo que de hecho logran con su propio niño, les genera un estrés y una angustia que excede las complejidades reales por vivir con una persona con autismo.
Una parte del duelo es natural, y se debe a que los padres necesitan acostumbrarse al hecho de que esa relación que esperaban tener con su hijo no se va a materializar como lo imaginaban. Pero este duelo por el hijo normal debe separarse de la percepción que los padres tienen sobre el hijo que en realidad tuvieron: un niño con autismo, que necesita el apoyo de un adulto, y que necesita poder entablar una relación con ese adulto si se le da la oportunidad. El enfoque permanente en el autismo del niño como fuente de dolor es perjudicial para ambos, padres y niños, y se interpone en el desarrollo de una relación auténtica y de aceptación entre ellos. Por lo que, por el bien de todos, les recomiendo fervientemente a los padres que cambien radicalmente lo que ellos entienden por autismo.
Los invito a mirar el autismo y el dolor que genera desde nuestra perspectiva:
El Autismo no es algo secundario
El Autismo no es algo que una persona padece, no es una “caja” dentro de la cual la persona se encuentra atrapada. No es que haya un niño normal escondido detrás del autismo. El Autismo es una forma de ser. Es una forma de sentir, de vivir cada experiencia, cada sensación, percepción, pensamiento, emoción, y encuentro, cada aspecto de nuestra existencia. No se puede separar al autismo de la persona, y aún así, si esto fuera posible, la persona que resultase de la separación sería totalmente distinta a la del comienzo. Comprender esto es fundamental, así que tómese un segundo para pensarlo: El Autismo es una forma de ser y no se puede separar al autismo de la persona.
Entonces, cuando un padre dice:
“Ojalá mi hijo no tuviera autismo”.
Lo que en realidad está diciendo es:
“Ojalá mi hijo no existiera, y ojalá tuviera otro hijo, diferente.”
Lea esto de nuevo.
Esto es lo que nosotros sentimos cuando sufren por nuestra existencia. Esto es lo que sentimos cuando rezan para que se encuentre una cura. Esto es lo que entendemos cuando nos manifiestan sus más profundos deseos y sus sueños de que un día dejemos de ser así, y le dejemos nuestro lugar a un extraño que ustedes sientan que pueden amar.
El Autismo no es un muro impenetrable
Intentar interactuar con su hijo y que no responda: él parece no verlo y no puede llegar a él, y parece no haber forma. Esto debe ser una de las cosas más difíciles de manejar ¿no? En realidad no, no es así.
Piénselo así: usted está intentando entablar una relación de padre a hijo, utilizando su propio conocimiento de las relaciones con niños normales, sus conocimientos sobre la paternidad y sus propias experiencias e intuiciones sobre las relaciones humanas. En cambio, el niño no responde de una forma que usted reconozca como parte de ese sistema. Eso no significa que el niño sea incapaz de relacionarse, significa únicamente que usted está suponiendo que ambos pertenecen a un mismo sistema; un sistema de conocimiento compartido al cual el niño no pertenece. Es como si intentara mantener una conversación íntima con una persona que no entiende su idioma. Es obvio que esa persona no va a comprender lo que está diciendo, por lo que tampoco va a responder en la forma que espera, y además, seguramente esa persona sienta que la conversación, y la situación en general, fue confusa e incómoda.
Para poder comunicarse con alguien que no hable el mismo idioma se necesita tiempo y esfuerzo, pero el autismo va más allá de una diferencia de idioma y de cultura; las personas con autismo son “extranjeros” en todas las sociedades. Para poder comunicarse usted va a tener que renunciar a sus preconceptos, va a tener que aprender a adaptarse a niveles más básicos de los que probablemente haya pensado, aprender a traducir el sentido y a verificar que esa traducción se haya entendido.
Usted tendrá que renunciar a esa comodidad y confianza que se siente al estar en su propio entorno familiar y al saber que está a cargo de la situación, y tendrá que empezar a dejar que su hijo le enseñe su lenguaje y lo guíe y lo ayude a adentrarse en su propio mundo.
El resultado, aún siendo exitoso, no será una relación normal de padre-hijo. Si bien puede que su hijo aprenda a hablar, que acuda a la escuela o instituto de forma regular, que maneje un auto, que tenga una vida independiente, una carrera, y demás, nunca se va a relacionar con usted de la misma forma que otros hijos se relacionan con sus padres.
Por otro lado, puede que su hijo nunca hable, y que acuda a una clase de educación especial, con programas de actividades personalizadas. Es probable que su hijo necesite durante toda su vida un cuidado y una supervisión especial de tiempo completo, y aún así, nunca va a estar completamente fuera de su alcance.
La forma en la que nos relacionamos es diferente. Vivimos presionados por lo que sus expectativas le dicen que es normal, las mismas expectativas que hacen que se sienta frustrado, desilusionado, resentido, e incluso enojado o furioso. Intente acercarse de forma respetuosa, despójese de sus preconceptos, y manténgase abierto y dispuesto a aprender nuevas cosas. Podrá encontrar un mundo jamás imaginado.
Es cierto, la relacion con un niño con autismo puede llevar más tiempo en comparación con un niño sin autismo. Pero, lo importante es que se puede (a no ser que las personas sin autismo sean mucho más limitadas de lo que nosotros somos en nuestra capacidad de relacionarnos). Nosotros nos pasamos toda la vida haciéndolo. Cada uno de nosotros que haya aprendido a hablar con usted, o que pueda funcionar en la sociedad; cada uno de nosotros que haya interactuado y haya creado una conexión con usted se está adecuando a un territorio que le es extraño, contactándose con lo que para él son “seres extraños”. Nosotros nos pasamos toda nuestra vida haciendo esto para que después nos digan que no podemos relacionarnos.
El Autismo no es la muerte
Estamos de acuerdo, el autismo no es lo que la mayoría de los padres esperan o desean cuando anticipan la llegada de un hijo. Ellos esperan un hijo que sea como ellos, que comparta su mundo y que se relacione con ellos sin tener que dedicarle un tratamiento intensivo. Incluso, cuando el niño tiene alguna discapacidad distinta al autismo, los padres esperan poder relacionarse con él en términos normales; y en la mayoría de los casos, es posible que los padres lo consigan, que puedan entablar los lazos que han estado buscando.
Sin embargo, cuando el niño tiene autismo es distinto. Los padres hacen un duelo que se debe a que no logran mantener con sus hijos la relación que esperarían tener con un niño sin autismo. Este duelo es muy real y necesita ser tratado para que las personas puedan continuar con sus vidas, pero la realidad es que no tiene nada que ver con el autismo.
Se puede resumir en que usted esperaba algo que era muy importante, y lo esperaba con ansias, con alegría y entusiasmo; y es probable que por un tiempo usted llegara a pensar que lo había conseguido; pero luego, quizás de forma gradual, o quizás de forma abrupta, usted se encuentra con que aquello que ha estado esperando no sucederá. No va a pasar. No importa cuántos otros hijos tenga, nada va a cambiar el hecho de que esta vez, ese niño que tanto deseaba y tanto idealizó no va a llegar.
Esto es lo mismo que sucede cuando el bebé nace muerto, o cuando los padres tienen a su bebé por un período corto y luego muere. No se trata del autismo en sí, sino de las expectativas que se rompen. Mi sugerencia es que estos temas no se traten en organizaciones que se dediquen al autismo, sino en grupos de apoyo para padres que perdieron a sus hijos. En esas sesiones los padres aprenden a vivir con esa pérdida, no para olvidarlo, pero para que puedan aceptarlo y dejarlo en el pasado, y vivir sin ese dolor constante. Ellos aprenden a aceptar que su hijo se fue,para siempre, y no volverá. Pero, más importante aún, ellos aprenden a no demostrar ese dolor frente al hijo que sobrevivió. Esto es de vital importancia, porque los niños que sobreviven llegan en el preciso momento en el que se pierde al niño que se esperaba.
Usted debe entender que no ha perdido a un hijo por causa del autismo. Si usted perdió un hijo es porque aquel hijo que esperaba nunca existió. Esto no es por culpa del niño con autismo, que sí existe, y que no debería tener que asumir esa responsabilidad.
Nosotros también necesitamos y merecemos una familia que nos pueda ver y valorar por lo que somos. No necesitamos a una familia que no nos aprecie por culpa del fantasma del hijo que nunca existió. Súfrelo si es lo que necesitas, llora por tus propios sueños perdidos, pero no llores por nosotros. Nosotros estamos vivos. Somos reales, y te estamos esperando.
Esto es lo que considero que necesitan hacer las sociedades por el autismo: dejar de llorar por lo que nunca fue, y empezar a valorar lo que es. Los necesitamos. Necesitamos su comprensión y su ayuda. Su mundo no está lo suficientemente abierto para recibirnos, y nunca podremos cambiarlo sin su apoyo. Es cierto, con el autismo ocurre una tragedia: no por lo que nosotros somos, sino por todo lo que tenemos que soportar. Si quiere estar triste por algo, puede estar triste por eso. Pero, en lugar de ponerse triste enójese por ello, y luego haga algo para cambiarlo. La tragedia no es que nosotros estemos aquí, lo trágico es que su mundo no tenga un lugar para nosotros.
¿Cómo podría ser de otra manera si nuestros propios padres todavía están de duelo por habernos traído al mundo?
Mire a su hijo por un momento, y tómese un segundo para decir para sí mismo lo que ese niño no es. Piense para sí mismo: “Este no es el hijo que esperaba. Este no es el hijo por el que esperé todos esos meses de embarazo y todas esas horas de trabajo de parto. Este no es el niño con el que planeé compartir todas mis experiencias. Ese niño nunca vino. Ese no es mi hijo”. Luego de eso, vaya y haga todo el duelo que crea necesario (muy lejos de su hijo, por supuesto) y empiece a dejarlo ir.
Luego de que haya empezado ese proceso de dejar ir, regrese y mire a su hijo de nuevo, y ahora diga para sí mismo: “Este no es el hijo que esperaba. Este es un niño extraño que llegó a mi vida por accidente. No sé quién es, o en quién se va a convertir, pero sí sé que es un niño que se encuentra en un mundo extraño para él, con padres que no lo comprenden y que lo deberían estar cuidando. Este niño necesita de alguien que lo cuide y lo quiera, que le enseñe, que lo entienda y lo apoye en todo. Este niño llegó a mi vida, por lo tanto, ese es mi trabajo si así lo quiero”.
Si esos planes lo entusiasman, entonces, únase a nosotros con valor y determinación, con esperanza y alegría. Tiene por delante toda una vida de aventura.
Este artículo se publicó en el boletín informativo Our Voice, de la Red de AutismoInternacional (Autism Network International), Volumen 1, Número 3, 1993. Es un resumen de la presentación que Jim dio en la Conferencia Internacional de Autismo (Toronto, 1993), y está dirigido principalmente a los padres.] Jim Sinclair.


¿Que es en realidad el autismo?


Pero, ¿qué es en realidad el autismo?


A pesar de los 70 años transcurridos desde el descubrimiento del autismo, aún ninguna teoría explica satisfactoriamente cuál es el núcleo del trastorno. El presente artículo propone una visión del mismo coherente con las variadas manifestaciones observadas a lo largo del espectro autista.

laberintoEl enigma del autismo

En el año 1924 el psiquiatra austríaco Leo Kanner emigró a Estados Unidos, donde más tarde recibió el encargo de crear un servicio de psiquiatría infantil —probablemente el primero del mundo— en el hospital Johns Hopkins de Baltimore. Allí trató a diversos niños y niñas en los que observó una pauta de comportamiento que no se correspondía con ninguno de los trastornos que entonces se conocían. Esto le llevó a publicar, en el año 1943, un trabajo que tituló Autistic Disturbances of Affective Contact (Alteraciones Autísticas del Contacto Afectivo). El término autismo ya se utilizaba para describir uno de los síntomas de la esquizofrenia (con la que hasta entonces se confundía), y hacía referencia al aislamiento de la persona en su mundo interior.
En aquella misma época el pediatra Hans Asperger, también austríaco, estaba trabajando en el hospital infantil universitario de Viena. Aunque según parece ni Kanner ni Asperger tenían ningún conocimiento de los trabajos del otro, sus investigaciones mantienen muchos paralelismos, incluso en el uso común del término autismo. Sin embargo Asperger observa en algunos de sus pacientes habilidades cognitivas que les permiten, con la ayuda adecuada, compensar en parte sus dificultades. Su trabajo lo resumió en el artículo Die Autistischen Psychopathen im Kindesalter (Psicopatía Autística en la Infancia), publicado en 1944, aunque debido al aislamiento provocado por la Segunda Guerra Mundial pasó bastante desapercibido, y no fue ampliamente conocido hasta que se publicó una traducción del mismo al inglés en 1991.(1)
Desde la publicación del estudio fundacional de Kanner, hace ahora 70 años, los investigadores han intentado dar respuesta a dos preguntas sobre los trastornos del espectro autista: ¿cuál es su causa? y sobre todo ¿qué son realmente?
La primera de estas dos preguntas ha sido, y en parte es aún, motivo de polémicas diversas. En un principio se creyó que el autismo era debido a la falta de muestras de afecto por parte de las madres (Kanner habló de “la falta de calor materno”). El progresivo aumento de casos diagnosticados (en buena parte debidos a la mejora de los medios de detección) ha llevado a
sospechar del efecto nocivo de algunos productos químicos, como pesticidas o aditivos alimentarios, y desde 1998 en algunos lugares se culpa a las vacunas (2), lo que ha provocado campañas en contra de la vacunación infantil. Lo cierto es que el autismo tiene unas causas principalmente genéticas (los hermanos, padres, e hijos de una persona autista tienen más posibilidades de estar dentro del espectro) o relacionadas con circunstancias del embarazo o el parto.
La segunda pregunta nos conduce al objetivo de este artículo: ¿qué es en realidad el autismo? Podemos tratar de aproximarnos a la respuesta procediendo a diversos niveles:
En un primer nivel nos encontramos con el criterio “oficial”, el que se utiliza para establecer un diagnóstico, que viene fijado por el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM (3)). En la versión DSM-5 de 2013 recoge sólo dos tipos de síntomas: déficits persistentes de comunicación e interacción sociales, y patrones restringidos y repetitivos de comportamiento, actividades o intereses.
En un segundo nivel vemos que en general las personas con estos trastornos no sólo presentan estos dos síntomas diagnósticos, sino también otras características que, aunque no son las mismas en todos los casos ni se dan siempre con la misma intensidad, suelen pertenecer a un grupo determinado de manifestaciones, aparentemente no relacionadas entre sí. Un fenómeno interesante de resaltar es la variabilidad del cociente intelectual entre los distintos puntos del espectro, e incluso en una misma persona puede darse una alta capacidad en un área concreta junto a déficits en otros campos.
El tercer nivel nos lo ofrecen los profesionales que han acumulado una larga experiencia, quienes tras años de tratar a personas muy diferentes, adquieren la intuición de que por debajo de la variabilidad observada hay algo único y común en el autismo.(4)
Diversas teorías han intentado encontrar este núcleo básico que pudiera explicar todas las características observadas a lo largo del espectro. Las que han tenido una mayor aceptación han sido la de la coherencia central débil, déficit en la teoría de la mente, déficit de la disfunción ejecutiva, y el desequilibrio empatización / sistematización. Sin embargo, cada una de ellas solo explica una parte de los síntomas.
Cabe pensar que si el autismo tiene repercusión en campos tan variados, no puede deberse a una anomalía en una función cerebral concreta (un módulo cognitivo), sino que se trata de un distinto funcionamiento global del cerebro, que modifica la manera como este procesa la información en todas sus distintas actividades. Pero para comprender cuál puede ser este distinto funcionamiento, conviene repasar cómo es el funcionamiento normal.

Dos mentes en un cerebro

Ya en el siglo IV antes de nuestra era, Aristóteles definió al ser humano como un “animal racional”, indicando así que nuestro razonamiento, nuestras decisiones, y nuestras relaciones sociales están guiados en parte por los mismos impulsos que gobiernan la actividad de los animales, y en parte por nuestra razón. En las últimas décadas, algunos científicos cognitivos han llegado a la conclusión de que realmente en nuestro cerebro existen dos sistemas cognitivos con características muy distintas —generalmente opuestas—, que han venido en llamar Sistema 1 y Sistema 2.
Sistema 1
Sistema 2
Universal, similar al resto de animales, evolutivamente antiguo – (5)Casi exclusivamente humano, relativamente reciente (nace con el Homo Sapiens)
Heurístico, asociativo, intuitivo, instintivo, global, derivado de la experiencia, procede según el resultado obtenido en casos anteriores parecidosRacional, analítico, sistemático, basado en reglas, algorítmico, lógico, razonamiento abstracto e hipotético (simulación de posibilidades futuras)
Automático, implícito, necesitando poca o nula atención, generalmente solo el resultado es consciente (no el proceso)Reflexivo, explícito, requiere control y atención consciente y exclusiva
Obtiene siempre resultados, aunque a menudo sean solo aproximados e incluso erróneosProcede buscando el resultado correcto, por lo que en ocasiones no llega a ninguna solución
Multitarea, formado por diversos módulos que trabajan en paraleloMonotarea, tiene lugar secuencialmente, paso a paso
RápidoLento
Poco o nulo esfuerzo mental, independiente del nivel de inteligencia general, pocas diferencias individualesCierto grado de esfuerzo mental, costoso en recursos cognitivos, limitado por la capacidad de la memoria de trabajo y el nivel de inteligencia de cada persona
Para tareas ya aprendidas y rutinarias (la mayoría de actividades cotidianas)Para tareas en proceso de aprendizaje, situaciones o problemas nuevos
figura1
Aunque cada uno de los dos sistemas suele utilizarse específicamente para determinados tipos de actividades, generalmente uno y otro se interfieren, con efectos a veces beneficiosos y a veces perjudiciales. El psicólogo y economista Daniel Kahneman, Premio Nobel de Economía el año 2002, ha mostrado que este efecto de sesgo (o prejuicio) cognitivo permite influir de manera sutil pero significativa en las decisiones de las personas, incluso cuando estas creen estar actuando racionalmente, y sin que sean conscientes de esta manipulación.
Un ejemplo preocupante es el experimento realizado con un grupo de jueces alemanes a los que se describió con todo detalle un caso de robo. Tras ello se les pidió que lanzaran un par de dados y dijeran si los meses de prisión que correspondía aplicar al ladrón eran más o menos que la suma de los dos dados. Finalmente, debían indicar la sentencia exacta que ellos creían adecuada. Lo que los jueces no sabían era que los dados estaban trucados de manera que en la mitad de los casos sumaban 3, y en la otra mitad 9. Pues bien, en promedio, los jueces que habían obtenido un 9 dijeron que sentenciarían al ladrón a 8 meses de cárcel, mientras que los que habían obtenido un 3 sólo lo sentenciaron a 5 meses.(6)
Pero al mismo tiempo la simbiosis de ambos sistemas proporciona a los seres humanos unas capacidades únicas que ninguno de ellos por separado puede alcanzar (creatividad, cultura, progreso, arte). Así, a pesar de los avances en informática y robótica, vemos que estos dispositivos que solo utilizan el Sistema 2 adolecen de limitaciones específicas:
Los traductores electrónicos pueden almacenar diccionarios completos en múltiples idiomas, pero aun así las traducciones que obtienen contienen muchos errores, ya que no son capaces de interpretar el sentido de las frases, para lo que se requiere deducir la intención del que habla, captar las ironías y los dobles sentidos, y “leer entre líneas”. Para comunicarse con el ordenador, los programadores deben utilizar un lenguaje sistemático, con normas estrictas y sin ambigüedades.
En los procesos de fabricación resulta cada vez más frecuente utilizar robots que repiten con precisión una y otra vez los mismos movimientos. También los ordenadores obtienen la solución a los problemas que se les plantean siguiendo invariablemente una lista de instrucciones fija. Pero ni unos ni otros disponen de la creatividad necesaria para adaptarse por sí mismos a situaciones nuevas, o a cambios imprevistos. Frente a ellos simplemente quedan bloqueados.
Cada vez más cámaras de vigilancia registran la actividad en exteriores y lugares públicos. La mayoría de estas imágenes son conservadas en ordenadores, que pueden almacenar una cantidad ingente de horas de vídeo (incluso permitiendo apreciar detalles que pasaron inadvertidos a las personas que los observaron en vivo). Sin embargo, la interpretación de estas imágenes (por ejemplo, para detectar un acto delictivo o las causas de un accidente) escapa a la capacidad del ordenador, que no sabe extraer el sentido global de los detalles que registra.
En las últimas décadas universidades, empresas y organizaciones de distintas partes del mundo trabajan para conseguir robots humanoides. Los más avanzados pueden caminar sobre superficies planas, coger ciertos objetos, detectar obstáculos, e incluso alguno es capaz de subir escaleras, pero sus movimientos no alcanzan siquiera la flexibilidad de un niño cuando empieza a andar. Falta un largo camino para que puedan compararse a este niño a los pocos años, jugando a pelota con sus amigos, montando en bicicleta, o subiendo a un árbol.
En contraste con las actividades anteriores, en las que ordenadores y robots no alcanzan el nivel de un humano de corta edad, hay otras para las que resultan altamente idóneos. Así, ya en 1997 el ordenador Deep Blue de IBM ganó al campeón mundial de ajedrez Garry Kasparov (en una competición a seis partidas: dos victorias para Deep Blue, una para Kasparov, y tres tablas).
La razón de un espectro
Llegados a este punto, algo puede llamarnos la atención: aquellos aspectos en los que los robots tienen un menor rendimiento corresponden a las áreas en las que suelen observarse dificultades en las personas con trastornos del espectro autista (dificultades que parecían no tener ninguna relación entre ellas). ¿Se trata solo de una mera coincidencia o existe una causa profunda para ello?
Si recordamos el gráfico de la página anterior, la franja ocupada por los humanos tiene una cierta anchura, lo que significa que la importancia relativa de cada uno de los dos sistemas cognitivos no es el mismo para todos nosotros. En realidad esto es algo que percibimos cuando observamos la manera de ser de cada persona: las hay más intuitivas, instintivas y globales (con mayor predominio del Sistema 1) mientras que otras son preferentemente reflexivas, metódicas y detallistas (en las que domina el Sistema 2). Las diferencias entre ambos sistemas suelen ser relativamente pequeñas, pero contribuyen en gran manera a definir el carácter de la persona.
Lo que se propone aquí es que el autismo consiste en un predominio del Sistema 2 más allá de las variaciones habituales. Dado que ello se debe a una determinada estructura del cerebro que afecta a todas sus partes, sus efectos se manifiestan en áreas tan diversas como las observadas en estos trastornos: dificultades de interpretación de los signos sociales, la comunicación no explícita, o el lenguaje figurado; tendencia a actividades repetitivas o rutinarias; mala adaptación a los cambios, especialmente imprevistos; atención al detalle por encima del sentido global; problemas psicomotores; habilidades específicas, etc. Esta hipótesis resulta también coherente con la mayor incidencia de estos trastornos en los varones, ya que estadísticamente en las mujeres predomina el Sistema 1.
De las principales teorías que a lo largo de los años han intentado explicar el autismo, una tiene cierta semejanza con la que aquí se propone, ya que también se basa en un desequilibrio entre dos tendencias. Se trata de la llamada teoría de Empatización-Sistematización, del profesor británico Simon Baron-Cohen. Sin embargo en ella los dos extremos no son dos sistemas cognitivos que abarcan todas las actividades cerebrales, sino dos aspectos parciales de los mismos: la empatía y la sistematización. Por ello solo explica una parte de los síntomas observados.
Referencias:
  1. En el libro Autism and Asperger syndrome (Autismo y síndrome de Asperger) de la psicóloga de origen alemán Uta Frith, una de las pioneras de la investigación del autismo, que desarrolla su trabajo en el Reino Unido.
  2. A raíz de la publicación de un artículo de Andrew Wakefield y otros doce colaboradores, en el que se sugería que la vacuna triple-vírica provocaba el autismo. Posteriormente se demostró que se trataba de un fraude motivado por intereses económicos. La revista y varios colaboradores se retractaron, y el General Medical Council prohibió a Wakefield seguir ejerciendo la medicina en el Reino Unido.
  3. Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, publicado por la American Psychiatric Association. Es el documento de referencia para todos los profesionales.
  4. Uta Frith lo expresa así: “El autismo es algo distintivo que puede ser reconocido a través de los diferentes individuos. Pienso que sería muy interesante investigar qué es lo que causa esta intuición. Una posibilidad es que exista algo único y ubicuo en el autismo —y creo que debe ser encontrado a nivel cognitivo.”
  5. El Sistema 1 evolucionó con estas características porque así resuelve los problemas de supervivencia de la especie (alimentación, reproducción, detección y evitación de peligros, etc.), utilizando los mínimos recursos necesarios para cada tipo de animal (pensemos en la gran diferencia de tamaño entre el cerebro de una hormiga y el de un elefante).
  6. Este y muchos otros ejemplos en diversos campos pueden encontrarse en el libro de Kahneman: Thinking, Fast and Slow (Pensar Rápido, Pensar Despacio).

La epilepsia como comorbilidad en el autismo


La epilepsia como comorbilidad en el autismo




Foto: /cobalt/15724330 – Flickr
La Epilepsia, una enfermedad más común de lo que pensamos y que se presenta de forma muy habitual como una comorbilidad en las personas con Trastornos del Espectro del Autismo (TEA). La epilepsia no es una enfermedad mental, es una enfermedad neurológica que en España afecta a 1 de cada 125 personas, sin embargo la prevalencia de la epilepsia se dispara entre el grupo de personas con TEA, aunque en la actualidad no existe un consenso sobre cual es la prevalencia de la epilepsia en este grupo de población, se estima que puede afectar ente un 20 a un 30%, siendo más común en casos donde existe una discapacidad intelectual asociada.
¿Cómo relacionar el autismo y la epilepsia ?
Esta es una pregunta recurrente y compleja a la vez, el Doctor J.J. García-Peñas en su artículo titulado “Autismo, epilepsia y patología del lóbulo temporal” nos da una explicación que reproducimos a continuación:
Cuando valoramos a un niño con autismo con crisis epilépticas y/o actividad paroxística en el electroencefalograma (EEG), debemos considerar que esta asociación sindrómica puede deberse a situaciones de muy distinto significado etiológico y pronóstico, que incluyen:
  • Coexistencia de trastorno autista y epilepsia de forma independiente. Por ejemplo, la asociación de una epilepsia ausencia infantil con herencia por vía materna con un autismo con herencia por vía paterna. Ambos síndromes no se relacionan entre sí, pero coexisten.
  • Consecuencia independiente de una misma noxa etiopatogénica, genética (síndrome de cromosoma X frágil, inversión-duplicación del cromosoma 15) o adquirida (infección congénita, encefalitis herpética). Las crisis epilépticas y la actividad paroxística en el EEG son expresión de una patología cerebral subyacente, funcional o anatómica que modifica el umbral de excitabilidad neuronal, casi siempre actuando por vía gabérgica, de forma focal o difusa. Sin embargo, en estos casos, no se encuentra una relación directa causal evidente entre la actividad paroxística y la semiología autista evolutiva. Por otra parte, es importante tener en mente que en algunas alteraciones cromosómicas, como es el caso del síndrome de inversión-duplicación del cromosoma 15 (INV-DUP15), se alteran regiones críticas puntuales, como la 15q11-q13, que contienen genes implicados en la génesis de autismo y epilepsia al alterar vías gabérgicas, receptores de neurotransmisores y/o disposición neuroanatómica de las minicolumnas del córtex cerebral [14-16].
  • Por acción de la epilepsia, al interferir con circuitos neuronales implicados en el neurodesarrollo durante la etapa crítica de los dos primeros años de vida. Se ha relacionado esta situación con patologías altamente epileptogénicas, como las malformaciones del desarrollo cortical (MDC) tipo displasia cortical focal, los tuberomas de la esclerosis tuberosa (ET) y el hamartoma hipotalámico. Estas etiologías no son responsables del fenotipo conductual autista, pero generan una epilepsia cuya actividad paroxística interfiere en la función de circuitos neuronales críticos implicados en el origen del autismo. Se han descrito alteraciones en circuitos límbicos que implican córtex orbitofrontal, giro cingulado anterior y/o amígdala. También se pueden implicar otros circuitos relacionados que involucran al córtex frontal dorsomedial y/o al circuito cingulado anterior. Por otra parte, se especula con que estas redes neuronales pudieran estar alteradas de forma congénita por una anomalía genética o por el efecto de una noxa ambiental sobre el desarrollo embrionario precoz del sistema nervioso central, y que estas alteraciones generaran por sí mismas el cuadro autista, y que posteriormente el desarrollo de la epilepsia evolutiva contribuyera a agravar los síntomas.
  • Por efecto de la epilepsia, interfiriendo vías neurosensoriales específicas que generan una alteración secundaria de la interacción social recíproca. El ejemplo clásico de estos cuadros es el síndrome de Landau-Kleffner, con la presencia de una agnosia verbal auditiva, que origina, en muchas ocasiones, una auténtica regresión autista
Tampoco a día de hoy está claro cómo este tándem actúa, si la epilepsia puede ser un detonante del autismo o al revés, o si la aparición de ambos les hace actuar como un coadyuvante el uno del otro. El origen de la epilepsia, aunque siguen existiendo lagunas, podemos dividirlo en los siguientes grupos principales:
Factores prenatales: Tales como alteraciones genéticas; cromosomopatías; malformaciones congénitas del sistema nervioso; Infecciones del sistema nervioso como citomegalovirus, toxoplasmosis, sífilis, virus del herpes o varicela-zoster,…; Embriofetopatías tóxicas: alcohol fetal, cocaína, plomo, talidomida, valproato; …
Metabolopatías congénitas : Trastornos de los neurotrasnmisores; Déficit de cartinina; Alteraciones mitocondriales; Alteraciones en la generación y transporte de la creatina; …
Factores perinatales : Partos prematuros y bajo peso al nacer; Alteraciones en los niveles de bilirrubina; …
Factores posnatales : Infecciones adquiridas del sistema nervioso central como meningoencefalitis bacterianas o víricas ; tóxicos como plomo, hierro, mercurio, bismuto, aluminio o arsénico ; Celiaquía o inflamaciones intestinales; Tumores en el cerebro; …
En los casos donde Autismo y Epilepsia actúan combinados nos encontramos a su vez con una gran cantidad de posibles escenarios. Los dos grandes grupos serían aquellos donde ha existido o no un modelo de autismo regresivo, y a su vez se generarían diferentes subgrupos: en función de la edad de aparición de las crisis; Con o sin convulsiones: En función del tipo, refractario o resistente al tratamiento y tratable ; En función de la intensidad de las crisis y/o periodicidad en la aparición de las mismas; Con alteraciones detectables de la morfología del cerebro; En función del tipo de epilepsia.
¿Cómo se detecta la epilepsia?
Las manifestaciones de la epilepsia pueden ser varias, a veces pueden ser confundidas con ensimismamiento, como sucede en las crisis de ausencia. Generalmente las manifestaciones más importantes suelen sucederse a partir de la adolescencia, pero en los casos de niños con autismo suele existir siempre antecedentes previos. Desde episodios con presencia de convulsiones de mayor o menos intensidad a crisis de ausencia o confusión.
Uno de los problema asociados a la detección temprana de la epilepsia en niños y niñas con TEA es que muchos síntomas previos pueden pasar inadvertidos, ya sea porque pueden asemejarse a las propias conductas ligadas al autismo o por la mala capacidad de comunicación del niño.
En ocasiones la manifestación de un brote epiléptico puede ser confundido con movimientos estereotipados (movimientos de brazos y piernas de forma extraña), perdida de equilibrio, ausencias y confusión, cabeceos, movimientos repetitivos, ausencia de respuesta a estímulos externos o mirada fija y sostenida (como mirando hacia la nada). Cerrar los ojos con fuerza y de forma repetida, o levantar un brazo sin motivo aparente también pueden indicar la presencia de microausencias. Este tipo de manifestaciones pueden corresponder con un brote epiléptico, pero a su vez, suelen coincidir con las conductas de un niño con autismo, de forma que estos síntomas pueden pasar desapercibidos.

Mancha acrómica de aspecto lanceolado y bordes irregulares frecuentemente observada en niños con trastorno del espectro autista.
Según las investigaciones del Doctor Muñoz-Yuntay que fueron presentadas en su artículo titulado “Clínica de la epilepsia en los trastornos del espectro autista ” nos habla también de la presencia de manchas hipocrómicas y de café con leche “Es interesante destacar que en todos nuestros pacientes que tienen trastornos del espectro autista presentan manchas hipocrómicas y de café con leche; en ocasiones con una mínima expresión de una sola mancha, y en otras la mancha hipocrómica es característica y de localización bastante típica, de lo que deducimos que existe relación, por lo que aconsejamos también investigar los tejidos procedentes de otras hojas blastodérmicas.”. Este tipo de manchas cutáneas también está relacionado con la Esclerosis Tuberosa y otros trastornos.

Mancha de café con leche de bordes irregulares frecuentemente observada en niños con trastorno del espectro autista.
Sin ser un indicador de gran fiabilidad, sí nos puede servir como un punto más. Tampoco se vuelvan paranoicos y crean que tener una mancha en la piel es un signo inequívoco de tener epilepsia, es solo un posible indicador más.
Es frecuente también que el niño presente un déficit de atención asociado, este puede ser permanente o aleatorio, este hecho de pérdidas de atención parece estar ligado a casos leves de epilepsia, a su vez diversos autores estiman que la aparición de tics también puede estar asociado a la presencia de epilepsia. Este tipo de cuadros -sobre todo en casos leves- hace que las conductas típicas de los niños y niñas con TEA enmascaren una epilepsia subyacente, también puede ser un indicador más de una posible relación entre la epilepsia y el autismo, habida cuenta de que algunos de sus efectos comparten manifestaciones.
En cuanto a los tipos de crisis, la revista “Vivir con epilepsia” publicó una descripción muy clara que reproducimos a continuación:
Tipos de crisis
Las crisis epilépticas son las manifestaciones de la epilepsia en un paciente. Su aparición se debe a una excesiva actividad eléctrica de un determinado grupo de neuronas. En general, existen dos grandes tipos de crisis epilépticas: las crisis parciales o focales y las crisis generalizadas.
Crisis parciales o focales
Este tipo de crisis comienza en una parte delimitada del cerebro y puede manifestarse de diversas formas:
  • Crisis parcial simple: en estos casos se produce una alteración del movimiento, la memoria y las sensaciones, además de los sentidos de la vista y el oído. La persona no pierde el conocimiento.
  • Crisis parcial compleja: la persona que la padece pierde el conocimiento y puede aparentar un estado de trance. Puede darse una repetición compulsiva de ciertos movimientos. Aproximadamente, dos tercios de las personas que padecen epilepsia sufren este tipo de crisis.
  • Secundariamente generalizada: comienza como una crisis parcial y se extiende al resto del cerebro convirtiéndose en una crisis generalizada.
Crisis generalizadas
Este tipo de crisis empiezan en todo el cerebro y provocan la pérdida de conocimiento. También puede manifestarse de distintas formas:
  • Crisis de ausencia (antiguamente llamada “Pequeño Mal”): este tipo de crisis es más frecuente en niños y la persona pierde el conocimiento mientras aparenta mantener fija la mirada en un punto concreto.
  • Crisis mioclónicas: se caracterizan por provocar una sacudida brusca y muy rápida de las extremidades, que dura escasos segundos.
  • Crisis tónica: tras una pérdida repentina de la consciencia, los músculos de todo el cuerpo se contraen y sufren una hiperextensión brusca.
  • Crisis atónica: en este caso, los músculos de todo el cuerpo pierden su consistencia, se relajan y la persona cae al suelo.
  • Crisis tónico-clónica o convulsiva (antiguamente llamado “Gran Mal”): la persona cae al suelo y el cuerpo se pone rígido (fase tónica) y se producen sacudidas rítmicas de brazos y piernas. Estas crisis también pueden provocar mordedura de lengua, labios morados, salida de espuma por la boca y relajación de esfínteres.

Niño durante una crisis de ausencia

Niño de 16 meses durante una crisis de tipo Mioclónica

¿Cómo se diagnóstica la epilepsia?
El Neurologo llevará a cabo una serie de pruebas para poder determinar el diagnóstico, se realizará un historial clínico completo donde se recogerán los antecedentes personales y antecedentes familiares de epilepsia y por supuesto los brotes o síntomas previos. A su vez llevará a cabo una serie de pruebas tanto de carácter general como específico, tales como: Tomografía axial computerizada (o TAC), Resonancia Magnética (RM), Electroencefalograma (EEG) o Polisomnografía.
Los resultados de estas pruebas determinarán el diagnóstico posterior. Es posible que este proceso no sea rápido, a veces la diagnosis puede requerir de la repetición de algunas de las pruebas, sobre todo en casos poco evidentes. Una vez el neurólogo confirme el diagnóstico prescribirá un tratamiento farmacológico y hará revisiones periódicas para ver la evolución y la calidad del tratamiento
¿Cómo afecta la epilepsia al niño con un Trastorno del Espectro del Autismo?

Electroencefalografía (3 Hz) de un niño al momento de una crisis epiléptica.
No hay una sola respuesta, quizá haya tantas como niños, pero a rasgos generales sí podemos afirmar que este tándem requiere de mucho control, la presencia de epilepsia suele ralentizar mucho el desarrollo del niño (a nivel cognitivo, social, verbal,…). A nivel estadístico, la presencia de epilepsia se relaciona con un menor desarrollo del niño o de un mayor compromiso intelectual.
Es frecuente que el niño o niña pueda tener algún brote aislado y posteriormente no vuelva a presentar brotes hasta la llegada de la pubertad, la presencia inicial de crisis en la infancia es algo que debe mantenernos en guardia y debemos prepararnos para saber cómo actuar en caso de la aparición de una nueva crisis.
En casos de Síndrome de Asperger o Autismo de Alto Funcionamiento, la gestión de la epilepsia será algo más sencilla, al existir comunicación es más fácil el diagnóstico y también conocer cómo el tratamiento está funcionando. Si algún fármaco produce efectos no deseados por ejemplo, o si por el contrario el niño nota que sus “ausencias” o crisis disminuyen o desaparecen. En el caso de niños y niñas que no tienen un buen nivel de comunicación esto va a ser más difícil de averiguar, la observación meticulosa por parte de padres y cuidadores ayudará al neurólogo a refinar el tratamiento médico.
Es conveniente la realización de historias sociales para explicar al niño qué le pasa, en algunos casos el niño puede no ser consciente de lo que le pasa, o no sea capaz de comprenderlo. El uso de estas historias sociales, acompañadas de pictogramas, nos ayudará a todos, al niño para comprender que le pasa, e incluso para poder avisarnos de que ha tenido un brote de baja intensidad. Una adecuada gestión y un buen seguimiento por parte del especialista, ayudará mucho a mejorar el desarrollo y la calidad de vida de la persona. Además, una detección temprana será un gran aliado, nos permitirá estar preparados y saber qué debemos hacer, cómo preparar al niño y como enfrentar posibles crisis agudas.
Algunas de las consecuencias directas de la epilepsia pueden ser:
  • Problemas en la gestión de la memoria a corto plazo
  • Déficit de atención
  • Hiperactividad
  • Lentitud en el procesamiento de situaciones (a veces está relacionado con los fármacos antiepilépticos)
  • Afección en las funciones ejecutivas y resolución de problemas
  • Alteración en el desarrollo y/o uso adecuado del lenguaje
  • Alteración en los procesos cognitivos
  • Depresión
Bibliografía:
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